Un enfoque sistémico para el control preventivo del accionar gubernamental

Resumen

Durante años se ha relacionado estrechamente a los organismos gubernamentales con una palabra: burocracia. Al pensar en el gobierno, la mayoría, imaginamos un inmenso cuerpo ineficiente que no solo no da respuesta a muchas  peticiones sino que además requiere de una serie de trámites que aparentemente carecen de todo sentido; largas filas, muchas formas, incompetencia y malos tratos es lo que no puede faltar en las descripciones del aparato gubernamental de cualquier ciudadano promedio. La verdad detrás de todo esto es otra: en el Gobierno de Estado de México trabajan personas que además de poseer un alto grado de estudios reconocen las necesidades de la gente y tienen como prioridad dar plena satisfacción de éstas. Entonces ¿Por qué la percepción de las personas es otra? ¿Qué es lo que puede estar fallando? ¿Por qué si existe disposición para resolver los problemas hay tantas quejas con respecto al desempeño de los cuerpos gubernamentales?Algunos autores afirman que la causa de todo esto es la forma en que se está ejerciendo el CONTROL. Koontz dice al respecto -œ-¦un sistema educativo deficiente no puede controlarse mediante la crítica de su producto, sus desafortunados egresados; una fábrica que genera productos inferiores no puede controlarse lanzando sus productos a la basura, y una empresa plagada de quejas de clientes no se puede controlar mediante el sencillo recurso de ignorar a los quejosos-¦-?[1] (Koontz, Harold, Weihrich, Heinz, Administración una perspectiva global, Mc. Graw Hill, México, 1998, p, 732)Este es el caso del gobierno del Estado de México-y de muchos más-, su desempeño no puede ser controlado en función de las demandas que se dejaron sin atender o los puentes peatonales que se dejaron sin hacer porque cada uno de esos casos se juega la vida ( o al menos un aspecto importante de ésta) de las personas.Para el gobierno cada petición sin cumplir no sólo equivale a un cliente perdido, trae consigo desprestigio que después puede convertirse en inconformidad social, la cual atenta contra la misión básica del gobierno: dar servicio a la poblaciónSi en lugar de tener un enfoque reactivo ante la situación esperando a que las cosas ocurran para después buscar una solución a ellas, se tratan de evitar motivos de insatisfacción entonces habrá menos causas potenciales de queja y por lo tanto una menor posibilidad de que la gente se sienta inconforme con los servicios que se obtienen.A esto es lo que se conoce como control preventivo y es lo que es necesario aplicar en el gobierno; no sólo porque permite dar un mejor servicio a la ciudadanía sino porque en un tiempo en el que los órganos gubernamentales cuentan con un gran desprestigio entre la población, esta parece una de las opciones para recuperar la confianza perdida.[1] Koontz, Harold, Weihrich, Heinz, Administración una perspectiva global, Mc. Graw Hill, México, 1998, p, 732